3. La importancia de los apoyos institucionales en el
nacimiento de actividades productivas.
Dentro del Programa de Desarrollo Rural (PIDER en 1973) se canalizaron fondos del gobierno federal y del Banco Mundial con el
objetivo de reestructurar la economía campesina cubriendo tres áreas básicas: a)
infraestructura física y económica; b)
actividades productivas (agricultura, ganadería, minería, pesca, fruticultura y
pequeña industria); y c)
infraestructura social (principalmente capacitación técnica, salud, y
vivienda).
El PIDER coordinó la Compañía Nacional de Subsistencias Populares
(CONASUPO) en aspectos relacionados con pequeños talleres de fabricación de
telas y ropa en las que se ocupaban 400 campesinos (hombres y mujeres), además
de algunas empacadoras de frutas y verduras en los estados de Chihuahua, el
Estado de México, Nayarit y Aguascalientes; plantas pasteurizadoras en Coahuila
y Jalisco y unos 20 talleres de costura que ocupaban a 600 trabajadores (Austin
citado en Alcántara Ferrer, 1979: 9).
Otro planteamiento en este mismo renglón es el de la Comisión del Sur del Estado de Jalisco, formado a partir del
año 1965, cuyo objetivo fue el apoyo a lo que se llamo “Industrias Colectivas del
Pueblo”, de 45 municipios que en
ese momento comprendía la región sur. Para 1974
iniciaron talleres en algunos municipios importantes como Tuxpan y Ciudad Guzmán, y lugares de menor
extensión como Cópala,
Tonila, San José de la Tinaja,
entre otros, en los cuales se
manufacturaron camisas, pantalones, zapatos, suéteres y algún tipo de alimentos
de conserva, elaborados de manera doméstica (salchichas, piloncillo, panela y
pan); en tanto que para fines de 1975 en el sur de Jalisco se tenían
organizados 125 talleres con 1500 trabajadores-miembros produciendo 34 diferentes
tipos de mercancías. A estas fechas las industrias integraban una red y
contaban con el apoyo y el reconocimiento de 42 presidentes municipales (95%
del total) (Alcántara Ferrer, 1979: 28-33).
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